Memorias en la cocina
La palabra memorias es una
mala traducción de la palabra recuerdos, pero así se traduce en Estados Unidos;
donde vivo actualmente, aunque no estoy de acuerdo con esta traducción.
Son muchos los recuerdos o
memorias que cada persona atesora y almacena para sí, en torno a la cocina y a
la comida. Voy a hablarles de dos vertientes.
La primera son los recuerdos
que siempre hemos tenido de niños, cuando nuestras madres o nuestras abuelitas
nos preparaban ciertos platos que aún recordamos. ¡Cómo olvidarlos, si con
ellos crecimos!
Por eso es importante
aprender a cocinar con ellas, para conocer de cerca su sazón. Cuando estamos en
esos años infantiles, eso no nos llama la atención y más tarde lo lamentamos.
Aun de adultos cuando abandonamos la casa, lamentamos no haber aprendido. Más lamentable
es cuando ya no tenemos a esa persona físicamente para aprender. Fue un tiempo
que perdimos, quizás por gusto o por capricho.
Ya como padres debemos
inculcar en nuestros hijos el amor por la cocina, por los alimentos y por su
entorno. No dejemos que el tiempo pase.
Otra de las vertientes
ocurre cuando emigramos a los Estados Unidos. Ahí es cuando el asunto se
complica un poco más. Pues es entonces cuando ya no disponemos de todos esos
alimentos e ingredientes que deseamos, añoramos y nos gustan, echando mano entonces
de lo que tenemos a nuestro alcance para crear nuevos platos o versiones vagas
de lo que tenemos en nuestra memoria.
Recurrir a la compra de
ciertos ingredientes a través del internet no siempre es la mejor solución y en
contadas ocasiones corremos con suerte de tener a alguien que nos lo puede
enviar desde nuestra tierra.
Muchos libros de cocina se han
escrito basados en memorias.
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