jueves, 5 de septiembre de 2013

    Las papas podrían ser venenosas.

   
 
Por El Comercio, Perú / GDA
 
La solanina y la chaconina son dos sustancias tóxicas que se encuentran en altas concentraciones en las papas verdes. Pertenece a la familia de los glicoalcaloides que comprende a otras toxinas que también están presentes en vegetales como la berenjena o los tomates.
Estos componentes venenosos proliferan en abundancia si las papas son expuestas excesivamente a la luz solar o durante la etapa de brotación, pues es una forma en que la papa asegura su protección contra ciertas enfermedades.

Daño sistémico
Por eso comerla puede desencadenar síntomas severos de intoxicación. Aunque es bastante extraño que los seres humanos pierdan la vida, los malestares o la muerte en animales de granja sí suceden tras su ingesta, y pueden experimentar severos malestares digestivos y trastornos neurológicos que promueven que se produzca un paro cardíaco.
El caso emblemático de intoxicación humana se registró en la década del 20, en los Estados Unidos, e incluso fue estudiado y publicado en la revista Science. Un granjero de Illinois tenía un montículo de papas acumuladas que por exposición solar se tornaron verdes y fueron consumidas por su esposa y seis hijos, salvo él y un bebé que se encontraba en periodo de lactancia. A dos días de consumirlas, su esposa y una de sus hijas fallecieron, y el resto superó la intoxicación.

Cultivos libres de toxinas
Aunque la ciencia conoce hace mucho acerca del estado tóxico de las papas verdes, recién ahora se han ampliado las investigaciones para conocer cómo las toxinas se producen en las plantas. Según reporta el sitio Latamisrael, la intención del profesor Asaf Aharoni, del Departamento de Ciencias de las Plantas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, es desarrollar técnicas de mejoramiento de cultivos libres de toxinas; y con ello, permitir que otros cultivos no comestibles, por sus altísimos contenidos de glicoalcaloides, ingresen a formar parte de la ingesta humana de vegetales, frutas y flores. El equipo del profesor Aharoni está decidido a fabricar glicoalcaloides a partir del colesterol para continuar con la protección contra enfermedades que las plantas necesitan.

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