Conviértete en un comensal consciente
Cuanta más información
manejes más sabias serán las decisiones que tomes.
La comida puede ser vida o
puede ser muerte. Puede ayudarnos y curarnos, o bien, lastimarnos.
Diseña tu plato, elige
siempre lo casero. Intenta que la mayor parte de tu ingesta se mantenga en
niveles mínimos de comida procesada.
Cuando estés haciendo la
compra de alimentos para tu familia, recuerda que si no debes comer algún
alimento, tu familia tampoco. Entre más opciones tengas, más fácil será
preparar una comida.
Si tienes alimentos
tentadores en tu cocina para tu familia, usa recipientes opacos para
guardarlos.
Haz una lista de los
artículos esenciales que están a punto de acabarse.
Llevar los platones con la
comida a la mesa, hace fácil servirse más.
Recuerda que adelgazar es
una consecuencia, la verdadera meta es alcanzar una vida saludable.
Forma un círculo de amigos
que deseen ser y mantenerse saludables.
Cuando sientas que estas por
caer en la tentación, cambia de actividad.
Lo que es un desliz
ocasional no significa que sea un fracaso.
Ve a las fiestas con la idea
de socializar, no de comer.
Si vas a una fiesta e
insistan en que comas, pide que te pongan un poco para llevar. Eso no significa
que te lo tengas que comer, se lo puedes dar a un amigo o a un vecino.
Come solo hasta sentirte
cómodo, no lleno.
Elogia la receta desde el
principio. Si halagas al cocinero después de dar el primer bocado, no parecerá
que te disgustó el platillo cuando rechaces una segunda porción después.
Haz un plan de comidas. Si
sabes que tu tía se ofenderá si no pruebas su bizcocho de chocolate, planea tu
comida. Sírvete porciones más pequeñas del plato principal para que tengas
espacio y algunas calorías disponibles para el postre.
Prepara excusas, tales como:
“quizá más tarde” o “estoy satisfecho ahora y no lo disfrutaría, esperaré un
poco”.
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