Historia
de la fresa
La fresa silvestre es conocida en Europa desde
tiempos muy antiguos, y fue, hasta el siglo XVIII, la fruta más degustada. Hoy,
sin embargo, los ciudadanos del planeta, consumen algo a lo que llaman fresa
cuando en realidad se debería llamar fresón, y cuyo origen es americano.
La fresa silvestre europea (Fragaria vesca) se
consume desde época prehistórica. No se empezó a cultivar hasta el siglo XIV.
Mientras en América proliferaban dos variedades: el fresón chileno o frutilla
blanca (Fragaria chiloensis) y el virginiano (Fragaria virginiana). Parece que
la planta es originaria de América del Norte y habrían sido las aves
migratorias las que la introdujeron en la región central de Chile.
Fue Alonso de Ovalle, en 1614, quien clasificó y
dio nombre al fresón chileno. Pocos años después, en 1620, llegó a las costas
de Virginia el Mayflower; en sus cartas, los peregrinos hablan de la abundancia
de fresas que han encontrado en sus asentamientos.
En España y América se llamaba “frutilla” a la
fresa pero el nombre existía ya, según explicaba Sebastián de Covarrubias en
1611.
Ya en el siglo XVIII un francés al servicio de Luis
XIV, Amedée-Franois Frézier, llevó a Francia varios ejemplares del fresón
chileno; hubo quien dijo que el nombre de “fresa” deriva de este ingeniero
francés, pero ya vemos que es anterior. Una vez en Francia, ambas variedades,
chilena y virginiana, acabaron por originar un híbrido conocido como fresa
ananás (Fragaria ananassa), que es el fresón, frutilla o fresa que consumimos hoy
en diferentes partes del mundo.
Aún siguen existiendo fresas silvestres, con un aroma
único, pero muy escasas y en consecuencia, de cotización muy alta.
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